Cuando duele la unión entre el mediopié y el antepié

La artrosis de Lisfranc es una condición degenerativa que afecta a la unión entre el mediopié y el antepié, a través de la articulación de Lisfranc, una región anatómica fundamental para la estabilidad y el movimiento del pie.

Esta articulación está formada por la base de los cinco metatarsianos y los tres huesos cuneiformes, que permiten una correcta distribución de cargas al caminar, correr o ponerse de pie.

Cuando esta región se ve afectada por artrosis, aparece un dolor en el mediopié que puede ser incapacitante y limitar la calidad de vida del paciente.

Esta dolencia puede presentarse de forma aislada o como consecuencia de una lesión de Lisfranc previa, incluso muchos años después del traumatismo inicial.

¿Por qué aparece la artrosis de Lisfranc?

Entre las causas principales de esta patología están los traumatismos antiguos mal consolidados o no diagnosticados correctamente, como ocurre frecuentemente en algunas lesiones de Lisfranc en el pie.

También pueden influir alteraciones biomecánicas como el pie plano o el pie cavo, que generan sobrecarga en el mediopié.

Otros factores de riesgo incluyen microtraumatismos repetitivos (frecuentes en deportistas), procesos degenerativos asociados al envejecimiento y enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide.

¿Qué síntomas produce?

Otros factores de riesgo incluyen microtraumatismos repetitivos (frecuentes en deportistas), procesos degenerativos asociados al envejecimiento y enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide.

Otros signos incluyen inflamaciónrigidez articular, dificultad para calzarse, inestabilidad al caminar y crujidos al movilizar el pie.

Este tipo de artrosis suele dificultar tareas cotidianas como subir escaleras, estar de pie en superficies duras o practicar deporte.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se basa en una buena exploración física y en pruebas de imagen.

Las radiografías en carga son fundamentales en el diagnóstico de la artrosis de Lisfranc, ya que permiten valorar el comportamiento de las articulaciones del pie bajo la presión del peso corporal.

A través de ellas, se puede detectar con mayor precisión la disminución del espacio articular, observar la presencia de osteofitos, identificar deformidades o colapsos óseos, y evaluar alteraciones en la alineación de los metatarsianos. Además, son útiles para realizar comparaciones entre ambos pies y para planificar intervenciones quirúrgicas si fueran necesarias.

Cuando la radiografía no permite una valoración completa, puede indicarse una resonancia magnética. Esta prueba ofrece una visualización detallada de los tejidos blandos, permitiendo identificar signos de inflamación, edema óseo y otros cambios asociados a la artrosis. Además, resulta útil para evaluar la extensión del daño articular y para detectar lesiones que podrían pasar desapercibidas en otras pruebas. Gracias a su alta sensibilidad, la resonancia magnética contribuye también a la planificación del tratamiento más adecuado para cada caso. 

El TAC, sin embargo, tiene una utilidad más limitada en esta localización concreta y no suele aportar información relevante salvo en contextos muy específicos de planificación preoperatoria o sospecha de afectación ósea compleja.

Opciones de tratamiento

El tratamiento de la artrosis de Lisfranc depende del grado de afectación y de los síntomas del paciente.

En fases iniciales se recurre a opciones conservadoras como:

  • Reposo relativo y modificaciones en la actividad diaria.
  • Uso de plantillas ortopédicas para redistribuir la carga en el pie.
  • Fisioterapia y ejercicios de movilidad.
  • Medicación antiinflamatoria o infiltraciones localizadas.

Cuando estas medidas conservadoras no logran aliviar el dolor de forma adecuada ni mejorar la funcionalidad del pie, se plantea la posibilidad de recurrir al tratamiento quirúrgico.

La técnica quirúrgica más empleada es la artrodesis de la articulación de Lisfranc, que consiste en la fusión de las articulaciones afectadas. Su objetivo es eliminar el movimiento doloroso entre los huesos y estabilizar la zona, aliviando así el dolor crónico.

La intervención puede realizarse mediante una cirugía abierta, que ofrece una visualización directa de las estructuras implicadas, o a través de técnicas mínimamente invasivas, que buscan reducir el daño en los tejidos adyacentes, disminuir el tiempo de recuperación y mejorar los resultados estéticos.

La elección entre ambas técnicas depende del estado anatómico de la articulación, la presencia de deformidades, el nivel de degeneración articular y los objetivos terapéuticos.

En casos donde la artrosis es avanzada, la técnica abierta suele ser preferida, ya que permite una mayor precisión en la preparación de las superficies óseas y en la fijación con tornillos o placas. Las técnicas mínimamente invasivas pueden ser útiles en fases más tempranas, con menor afectación articular y sin deformidades asociadas.

En ambos casos, la artrodesis busca un resultado funcional estable y duradero, que permita al paciente recuperar su calidad de vida con la menor limitación posible.

Pronóstico y evolución

Con un tratamiento adecuado, muchos pacientes experimentan una mejoría significativa de sus síntomas.

Las terapias conservadoras suelen ser eficaces en las fases iniciales, mientras que la cirugía ofrece buenos resultados a largo plazo cuando está indicada.

Un diagnóstico precoz y un plan de tratamiento individualizado son clave para preservar la movilidad y la calidad de vida.

Conclusión

La artrosis de Lisfranc es una causa frecuente de dolor en el mediopié que puede pasar desapercibida en las fases iniciales. Reconocer los síntomas y buscar una valoración especializada permite actuar a tiempo y evitar complicaciones mayores.


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