Cuando el dedo gordo pierde movilidad
El hallux rigidus es una forma de artrosis que afecta a la articulación que une el primer metatarsiano con la primera falange del dedo gordo del pie. Se caracteriza por la rigidez progresiva de esta articulación, acompañada de dolor, inflamación y dificultad para realizar movimientos como impulsarse al caminar, correr o subir escaleras.
Aunque puede parecer un problema menor, esta articulación desempeña un papel clave en la marcha. Cada vez que damos un paso, esta zona soporta gran parte del peso del cuerpo y permite el despegue del pie. Cuando pierde movilidad, aparecen compensaciones que pueden afectar a otras partes del pie, la rodilla o incluso la espalda.
¿Por qué aparece el hallux rigidus?
En muchos casos, no hay una única causa identificable. Algunas veces aparece tras pequeños traumatismos repetidos, otras se asocia a alteraciones en la forma del pie, y también puede estar vinculado al envejecimiento natural de la articulación. Sin embargo, un factor biomecánico que ha cobrado mucha relevancia en los últimos años es el acortamiento del músculo gastrocnemio (uno de los músculos de la pantorrilla), que puede aumentar la tensión sobre el antepié, limita su movilidad y favorecer el desarrollo de este problema.
Síntomas habituales
El principal síntoma es el dolor en la base y dorso del dedo gordo, sobre todo al caminar, al impulsarse o al estar mucho tiempo de pie. Con el tiempo, se añade rigidez y pérdida progresiva de movilidad del dedo. Muchos pacientes notan un bulto óseo en la parte superior del dedo (osteofito) y dificultad para usar zapatos cerrados. En fases avanzadas, puede haber dolor incluso en reposo.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en la exploración clínica, evaluando el rango de movimiento y el punto de dolor. Se complementa con radiografías en carga, que permiten ver el grado de desgaste del cartílago y la formación de osteofitos. Se usa la clasificación de Coughlin y Shurnas, que combinan la movilidad, el dolor y las imágenes radiográficas para valorar la gravedad del problema.
Tratamiento
En las fases iniciales, se puede intentar un tratamiento conservador, que incluye:
– Cambios en el calzado (suelas tipo balancín).
– Plantillas personalizadas.
– Estiramientos del tríceps sural.
– Antiinflamatorios y fisioterapia.
– Infiltraciones articulares en algunos casos.
Si el dolor persiste y afecta a la calidad de vida, debe considerarse la cirugía. Existen varias técnicas, según el grado de artrosis y las características del paciente:
– Alargamiento del gastrocnemio interno en las fases muy iniciales cuando hay dolor sin daño articular.
– Queilectomía dorsal: se eliminan los osteofitos y se mejora el movimiento dorsal del dedo.
– Osteotomías: se modifican los huesos del primer radio para mejorar la mecánica del pie.
– Artrodesis: en casos muy avanzados cuando no es posible mantener la articulación, se fija en una posición funcional, eliminando el dolor.
Conclusión
El hallux rigidus puede parecer un problema pequeño, pero afecta directamente a la forma en que caminamos. Detectarlo a tiempo y tratarlo correctamente puede evitar dolor crónico, deformidades asociadas o compensaciones en otras articulaciones. Un enfoque que incluya el análisis biomecánico y la evaluación del sistema aquíleo-calcáneo-plantar es clave para ofrecer el tratamiento más adecuado a cada paciente.