
¿Qué es la inestabilidad de tobillo y por qué se produce?
La inestabilidad de tobillo es una condición frecuente, especialmente en personas activas o deportistas, tras haber sufrido uno o varios esguinces mal curados. Muchos pacientes refieren una sensación de «fallo del tobillo», como si este cediera o se torciera con facilidad al caminar sobre superficies irregulares, al bajar escaleras o durante actividades deportivas que impliquen giros, saltos o cambios de dirección. Esta sensación de inseguridad puede derivar en nuevas torceduras, dolor persistente, inflamación recurrente, pérdida de confianza al caminar y, en casos avanzados, en una limitación funcional progresiva.
Además de las molestias mecánicas, la inestabilidad de tobillo puede generar alteraciones posturales compensatorias y afectar al resto del miembro inferior. Si no se trata adecuadamente, el riesgo de desarrollar una artrosis precoz o lesiones secundarias en otras articulaciones del pie y del tobillo aumenta significativamente. En nuestra consulta de Sevilla, el Dr. Miguel Ángel Román Cañada realiza una evaluación integral de cada paciente, considerando tanto el estado de los ligamentos como otros factores biomecánicos implicados, como el acortamiento de los gemelos, la hipermovilidad, la alineación del retropié o la presencia de deformidades asociadas.
Inestabilidad lateral del tobillo
La forma más común de inestabilidad es la que afecta al complejo ligamentoso lateral del tobillo, especialmente a los ligamentos peroneoastragalino anterior y calcáneo-peroneo. Estos ligamentos se lesionan habitualmente en mecanismos de inversión del pie, como ocurre en la mayoría de los esguinces. Si no se produce una cicatrización adecuada o si el tratamiento inicial fue insuficiente, puede persistir una laxitud residual que favorece los esguinces de repetición.

Factores como la hiperlaxitud ligamentosa, una mala alineación del retropié con tendencia al varo, una musculatura deficiente o una rehabilitación incompleta tras el esguince aumentan el riesgo de cronificación del problema.
Diagnóstico
El diagnóstico comienza con una anamnesis detallada, en la que el paciente suele referir una historia de torceduras frecuentes, debilidad del tobillo o sensación de inestabilidad. La exploración clínica permite valorar la laxitud mediante maniobras específicas como el cajón anterior o la inversión forzada.
Resonancia magnética
Aporta información detallada no solo sobre el estado de los ligamentos afectados, sino también sobre la integridad del cartílago articular, la presencia de lesiones osteocondrales, cuerpos libres intraarticulares, edema óseo o sinovitis. Esta técnica es especialmente útil en pacientes con dolor persistente o sintomatología ambigua, ya que permite descartar otras lesiones intraarticulares asociadas que podrían pasar desapercibidas en exploraciones convencionales. En casos de inestabilidad crónica, la resonancia magnética también ayuda a planificar el tratamiento quirúrgico al ofrecer una visión clara del daño anatómico existente.
Tomografía axial computarizada (TAC)
Especialmente cuando se sospechan lesiones óseas sutiles, fracturas no visibles en radiografías convencionales o alteraciones de la morfología articular. El TAC permite valorar con precisión la congruencia de las superficies articulares del tobillo y detectar posibles irregularidades, sobre todo en casos con antecedentes de traumatismo de alta energía o cuando existe sospecha de compromiso estructural asociado. Su indicación más frecuente en el contexto de inestabilidad crónica es como prueba complementaria preoperatoria, especialmente cuando se considera necesario un abordaje quirúrgico más complejo.
Radiografías convencionales en carga
Éstas permiten valorar la alineación global del tobillo y del retropié en posición funcional, identificar posibles desplazamientos articulares, y detectar signos precoces de artrosis o deformidades estructurales que podrían influir en la estabilidad de la articulación. Las radiografías en carga ofrecen una visión más realista de cómo se comporta el tobillo durante el apoyo, lo cual es clave para una correcta planificación terapéutica, especialmente en pacientes con deformidades asociadas o con síntomas persistentes a pesar del tratamiento inicial.
Tratamiento
Tratamiento conservador
Cuando la inestabilidad es leve o está en fases iniciales, se puede recurrir a un tratamiento conservador. Este consiste en un programa específico de fisioterapia dirigido a fortalecer la musculatura peronea, mejorar la propiocepción y corregir desequilibrios biomecánicos. También puede incluir el uso de ortesis estabilizadoras durante la práctica deportiva o en terrenos inestables. El éxito del tratamiento depende en gran medida de la adherencia del paciente y de la presencia o no de factores anatómicos predisponentes.
Tratamiento quirúrgico (técnica de Broström-Gould y artroscopia)
Si el tratamiento conservador no logra controlar la inestabilidad o si el paciente presenta una laxitud importante que limita su vida diaria o su práctica deportiva, está indicada la cirugía. En la mayoría de los casos, se realiza inicialmente una artroscopia anterior de tobillo con el objetivo de evaluar de forma completa la articulación y detectar posibles lesiones asociadas, como cuerpos libres, sinovitis o lesiones osteocondrales. En función de los hallazgos encontrados durante la artroscopia, se decide el tipo de reparación más adecuado: en muchos casos se opta por una técnica abierta de reparación anatómica, como la Broström-Gould, reforzada con el retináculo extensor inferior. En otros casos seleccionados, especialmente cuando la patología ligamentosa es accesible y adecuada para ello, se puede realizar una reparación artroscópica tipo Broström «all-inside», que permite una recuperación más rápida y mínimamente invasiva. Ambas técnicas ofrecen excelentes resultados funcionales con bajo riesgo de complicaciones.
En los casos en que la calidad del ligamento es muy deficiente o directamente no existe tejido ligamentoso viable, no es posible realizar una reparación anatómica convencional. En estas situaciones se recurre a técnicas avanzadas de reconstrucción ligamentaria, que consisten en utilizar injertos tendinosos del propio paciente (autoinjertos) o procedentes de un donante (aloinjertos) para restaurar la estabilidad del tobillo. Estas técnicas requieren un alto grado de experiencia quirúrgica y una planificación meticulosa, ya que su ejecución es más compleja y debe adaptarse a las características anatómicas y funcionales de cada caso en particular.
Inestabilidad medial del tobillo
Aunque menos frecuente, la inestabilidad medial del tobillo también puede ser altamente incapacitante. Afecta al complejo del ligamento deltoideo, una estructura clave para la estabilidad en eversión. Puede aparecer tras traumatismos de eversión forzada, lesiones deportivas o como parte de una inestabilidad global en pacientes con hiperlaxitud o alteraciones estructurales.
Los pacientes suelen referir dolor crónico o sensación de inestabilidad en la cara interna del tobillo, que empeora al caminar en terrenos irregulares o al realizar actividades físicas prolongadas. El pie puede mostrar un aspecto en valgo, con hundimiento del arco interno.
Diagnóstico
El diagnóstico requiere una exploración exhaustiva y pruebas específicas, ya que los síntomas pueden confundirse con otras causas de dolor medial como la tendinitis tibial posterior. La resonancia magnética es la técnica de elección para valorar el estado del ligamento deltoideo.
Tratamiento
El tratamiento varía según el grado de inestabilidad. En fases leves o subclínicas, el abordaje conservador incluye fisioterapia dirigida, plantillas ortopédicas y control de los factores desencadenantes. Cuando existe un fallo mecánico importante o dolor persistente que no mejora, está indicada la cirugía. Una de las opciones más eficaces en casos seleccionados es la reparación directa artroscópica del ligamento deltoideo mediante técnicas «all-inside», que permiten una reconstrucción anatómica precisa a través de abordajes mínimamente invasivos.
Este tipo de intervención proporciona una recuperación más rápida, menor daño de tejidos blandos y excelente control intraoperatorio. En situaciones más complejas, especialmente si existe pérdida de sustancia ligamentosa o tejido de mala calidad, se puede recurrir a técnicas de reconstrucción con refuerzos autólogos, como el tendón tibial posterior, o con aloinjertos en casos específicos.
Conclusión
Si padeces esguinces repetidos, dolor lateral o medial, sensación de debilidad o fallo del tobillo al caminar, no lo dejes pasar. La inestabilidad crónica de tobillo no solo afecta tu calidad de vida, sino que puede condicionar tu actividad física, laboral y deportiva, además de favorecer lesiones articulares futuras. En nuestra consulta en Sevilla, el Dr. Miguel Ángel Román Cañada realiza una valoración experta y personalizada, con diagnóstico preciso y tratamientos de última generación, tanto conservadores como quirúrgicos. También atendemos con regularidad a pacientes de Huelva y del resto de Andalucía, ofreciendo soluciones adaptadas a cada caso y estilo de vida.
¿Tu tobillo se tuerce con frecuencia, te impide hacer vida normal o te limita al practicar deporte? El Dr. Román Cañada puede ayudarte a recuperar la estabilidad con un tratamiento adaptado a tu caso. Valoración especializada en Sevilla y Huelva y para pacientes de toda Andalucía.