Un arco plantar excesivamente elevado
El pie cavo es una alteración estructural del pie en la que el arco plantar longitudinal presenta una altura anormalmente elevada. En sus fases iniciales, esta condición puede pasar desapercibida, pero a medida que progresa, puede provocar cambios importantes en la forma de caminar y en la distribución del peso corporal.
Aunque en muchos casos el pie cavo se considera una variante anatómica sin consecuencias clínicas, existen situaciones en las que esta morfología se vuelve problemática. Especialmente cuando el arco es muy marcado, puede generar desequilibrios biomecánicos que derivan en molestias, alteraciones posturales o incluso lesiones repetitivas.

Esta elevación del arco provoca que el apoyo del pie se concentre de forma anormal sobre el talón y la parte anterior del pie (metatarsianos), en lugar de distribuirse de manera uniforme. Como resultado, estas zonas reciben mayor presión con cada paso, lo que puede originar dolor al caminar o estar de pie, así como callosidades, metatarsalgias , inestabilidad de tobillo e incluso compensaciones en otras partes del cuerpo.
En comparación con el pie plano, el pie cavo es más rígido y tiene menor capacidad de adaptación. Esta falta de flexibilidad lo hace más vulnerable a sobrecargas en puntos específicos y a una mayor frecuencia de lesiones como esguinces, fracturas por estrés o deformidades progresivas si no se trata de forma adecuada.
Detectar esta alteración a tiempo permite orientar el tratamiento y prevenir complicaciones, mejorando tanto la función como el confort del paciente en sus actividades diarias.
Causas del pie cavo
Las causas del pie cavo son variadas. Entre las más frecuentes se encuentran las enfermedades neuromusculares como la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, que alteran el equilibrio de fuerzas musculares en el pie. También pueden influir trastornos congénitos, secuelas de lesiones medulares, traumatismos antiguos mal curados o desequilibrios musculares progresivos.
En muchos casos, no se identifica una causa clara, hablándose entonces de pie cavo idiopático. Sin embargo, es común observar un componente hereditario o familiar, lo que indica la necesidad de una evaluación clínica completa, especialmente si hay antecedentes en la familia.
Algunos pacientes desarrollan esta deformidad a lo largo del tiempo debido a alteraciones en la forma de caminar, al uso de calzado inadecuado, o por un mal control muscular en ciertas fases del desarrollo. Estas alteraciones provocan un desequilibrio entre los músculos flexores y extensores, lo que acentúa la deformidad del arco.
Síntomas frecuentes
Los síntomas del pie cavo varían dependiendo de su severidad y de la presencia de otras alteraciones asociadas. En fases leves puede ser asintomático, pero conforme progresa, aparecen molestias que pueden llegar a ser incapacitantes. Entre los síntomas más frecuentes destacan:
Estos síntomas afectan no sólo a la actividad física, sino también al bienestar emocional del paciente, al limitar su capacidad para realizar actividades cotidianas.
Diagnóstico
El diagnóstico del pie cavo requiere una valoración clínica minuciosa, combinando la historia clínica detallada, la exploración física y el uso de pruebas de imagen. El especialista evaluará la forma del pie, la alineación del tobillo, la movilidad articular, el estado muscular y la presencia de deformidades asociadas.
Las radiografías en carga son fundamentales para valorar la alineación de las estructuras óseas bajo el peso corporal, lo que permite una evaluación realista de la situación. Además, ayudan a identificar posibles deformidades asociadas, colapsos articulares o desplazamientos sutiles que no se observan en reposo.
Cuando se sospecha una causa neurológica, es recomendable realizar un estudio neurofisiológico (EMG) para evaluar la función nerviosa y muscular.
En casos más complejos, puede ser útil la resonancia magnética para valorar el estado de los tejidos blandos, así como la afectación muscular y tendinosa.
Tratamiento del pie cavo
El tratamiento del pie cavo debe ser siempre individualizado, en función del origen de la deformidad, el grado de afectación y los síntomas que presente el paciente. Se distinguen dos enfoques principales: conservador y quirúrgico.
Tratamiento conservador
En casos leves o moderados, sin deformidades estructurales severas ni alteraciones neurológicas, se pueden obtener buenos resultados con tratamiento conservador:
Tratamiento quirúrgico
Cuando el tratamiento conservador no ofrece alivio suficiente, o si existen deformidades rígidas o progresivas, se considera la cirugía correctiva. Las técnicas quirúrgicas pueden incluir:
La elección de la técnica depende de la causa, la edad del paciente, el grado de deformidad y los objetivos funcionales.
Conclusión
El pie cavo es una deformidad que, si no se diagnostica y trata a tiempo, puede provocar limitaciones importantes en la vida diaria. Reconocer sus síntomas y acudir a una consulta especializada es esencial para establecer un plan de tratamiento eficaz.
¿Sufres dolor, inestabilidad o molestias por tener un arco plantar excesivamente elevado? Consulta con un especialista en cirugía del pie para obtener un diagnóstico preciso y un tratamiento adaptado a tus necesidades. El Dr. Miguel Ángel Román Cañada atiende en Sevilla a pacientes de toda Andalucía, incluyendo Huelva.