Una lesión que necesita atención urgente

La rotura del tendón de Aquiles es una lesión relativamente frecuente y potencialmente incapacitante, especialmente en personas activas o que practican deporte de manera ocasional. Afecta al tendón más fuerte y voluminoso del cuerpo humano, responsable de transmitir la fuerza de los músculos de la pantorrilla (gemelos y sóleo) al hueso calcáneo.

Su función resulta esencial para caminar, correr, saltar o ponerse de puntillas. Por ello, una rotura aguda del tendón de Aquiles requiere atención médica inmediata, una evaluación experta y un tratamiento personalizado para evitar secuelas funcionales importantes.

¿Qué es el tendón de Aquiles?

El tendón de Aquiles es una estructura tendinosa gruesa y potente ubicada en la parte posterior del tobillo. Constituye la inserción conjunta de los músculos gastrocnemio (comunmente llamado gemelos) y sóleo sobre el calcáneo.

Permite realizar la flexión plantar del pie, es decir, impulsarse al andar, correr o saltar. Debido a la elevada carga mecánica que soporta, es susceptible a lesiones por microtraumatismos repetitivos o por esfuerzos súbitos que sobrepasan su resistencia, especialmente si existen factores predisponentes.

Existe una zona del tendón, situada entre 2 y 6 centímetros por encima de su inserción en el hueso calcáneo, que presenta una vascularización naturalmente más reducida. Esta menor llegada de sangre hace que sea un segmento especialmente vulnerable a la degeneración y a las roturas, ya que tiene menos capacidad de reparación frente al estrés mecánico repetido o los traumatismos agudos.

¿Por qué se rompe?

La rotura del tendón de Aquiles puede producirse por múltiples causas, siendo las más comunes los movimientos explosivos, como un salto repentino o el inicio brusco de una carrera.

Esta lesión también puede deberse al uso de calzado inadecuado, la ausencia de calentamiento previo al ejercicio, o de una degeneración tendinosa previa (tendinitis). Asimismo, ciertos medicamentos como los corticoides o algunos antibióticos (fluoroquinolonas) se han relacionado con un mayor riesgo de rotura, al igual que enfermedades sistémicas como la artritis reumatoide o alteraciones metabólicas.

En muchos casos, lo más sorprendente es que el paciente no presenta ninguna señal de alarma previa: la rotura se produce de forma repentina y sin aviso, a menudo mientras se realiza una actividad cotidiana como subir escaleras, caminar deprisa o simplemente levantarse bruscamente. Esta aparición inesperada hace que el diagnóstico precoz sea aún más importante, ya que no siempre hay antecedentes de dolor, inflamación o molestias que hagan sospechar una lesión inminente.

¿Quiénes tienen más riesgo?

Los hombres entre 30 y 50 años, especialmente aquellos que practican deporte de manera esporádica o retoman la actividad física tras un largo periodo de inactividad, presentan un riesgo especialmente elevado de rotura del tendón de Aquiles. Este perfil corresponde a lo que se conoce como «Weekend Warrior», un término que describe a personas que realizan esfuerzos intensos solo durante los fines de semana o de forma puntual, sin una preparación física adecuada ni continuidad en el entrenamiento.

Esta falta de adaptación progresiva del tendón a la carga mecánica aumenta considerablemente el riesgo de lesión, ya que el tejido tendinoso puede encontrarse debilitado y sin la elasticidad necesaria para responder a esfuerzos explosivos o repentinos.

También están en riesgo las personas con pie cavo, desequilibrios musculares o acortamiento del sistema aquíleo-calcáneo-plantar, ya que estas alteraciones biomecánicas incrementan la tensión sobre el tendón.

Además, pacientes con sobrepeso, quienes utilizan calzado inadecuado de forma habitual o aquellos en tratamiento con corticoides o antibióticos específicos, también presentan una mayor probabilidad de sufrir esta lesión.

Síntomas

La rotura del tendón de Aquiles se caracteriza por un dolor agudo, repentino, y una sensación descrita por muchos pacientes como un golpe seco, un latigazo o incluso como si hubieran recibido una pedrada directa en la parte posterior del tobillo. Esta percepción, sumada a un posible chasquido audible, suele generar una sensación inmediata de alarma en el paciente.

Los síntomas más habituales incluyen un dolor muy intenso en la zona posterior del tobillo que aparece de forma brusca, seguido de una dificultad importante o incluso imposibilidad para caminar o cargar peso sobre el pie afectado.

Al explorar la zona puede palparse un hundimiento en el trayecto del tendón, lo que indica la separación de los cabos tendinosos. La prueba de Thompson —que consiste en presionar la pantorrilla para observar la flexión plantar— resulta negativa en caso de rotura, ya que no se produce el movimiento habitual del pie.

El paciente también puede notar una sensación generalizada de debilidad e inestabilidad, con la impresión de que el tobillo ha perdido su capacidad de respuesta habitual y ya no ofrece el mismo control o firmeza al caminar.

Diagnóstico

El diagnóstico de la rotura del tendón de Aquiles es eminentemente clínico, basado en la anamnesis y la exploración física detallada. Sin embargo, las pruebas de imagen ayudan a confirmar el diagnóstico y planificar el tratamiento.

La ecografía musculotendinosa permite visualizar la discontinuidad del tendón y es rápida y accesible.

En casos más complejos, o cuando hay dudas sobre la extensión o localización de la rotura, puede recurrirse a una resonancia magnética. Esta última resulta especialmente útil para detectar roturas parciales o valorar la calidad del tejido tendinoso residual, aunque en roturas completas no siempre es imprescindible.

Tratamiento

El tratamiento puede ser conservador o quirúrgico, y la decisión debe adaptarse a cada paciente considerando factores como la edad, el nivel de actividad física, el tipo de rotura y la presencia de enfermedades asociadas.

Tratamiento conservador:

Este tipo de tratamiento suele indicarse en pacientes mayores con un estilo de vida sedentario o que presentan un riesgo quirúrgico elevado.

Consiste en una inmovilización del tobillo en posición de equino (es decir, con el pie en flexión plantar) mediante una férula. Esta fase inicial de inmovilización suele mantenerse durante un periodo aproximado de tres a cuatro semanas.

A continuación, se realiza la transición a una bota tipo CamWalker con cuñas progresivas que se van retirando de forma escalonada. Este enfoque permite al paciente comenzar a caminar de forma parcial y segura mientras se favorece la cicatrización del tendón.

La movilidad progresiva que proporciona este protocolo facilita el inicio temprano de la fisioterapia y reduce el riesgo de complicaciones derivadas de una inmovilización prolongada. Además, permite una recuperación funcional más dinámica y personalizada, adaptada a la evolución clínica del paciente.

Cuando el tratamiento conservador se inicia de forma temprana, siguiendo un protocolo bien establecido y adaptado a las características del paciente, puede ofrecer resultados funcionales satisfactorios, especialmente en personas con bajo nivel de actividad física.

Sin embargo, su eficacia no alcanza la de los tratamientos quirúrgicos en términos de recuperación de fuerza y funcionalidad completas, y el riesgo de que se produzca una rerrotura del tendón sigue siendo significativamente más elevado.

Tratamiento quirúrgico:

El tratamiento quirúrgico está especialmente indicado en pacientes jóvenes, activos o deportistas, así como en aquellas roturas completas con retracción de los cabos tendinosos. En estos casos, el objetivo es restaurar la continuidad del tendón mediante una intervención precoz que minimice el riesgo de secuelas.

Sutura directa

La técnica quirúrgica más empleada cuando el cabo distal del tendón conserva suficiente longitud es la sutura directa de los extremos. Esta reparación puede llevarse a cabo mediante cirugía abierta o, de forma preferente, mediante cirugía mínimamente invasiva (MIS).

La técnica MIS permite reparar el tendón a través de incisiones milimétricas, lo que minimiza el daño a los tejidos circundantes, reduce el dolor postoperatorio y disminuye el riesgo de infección. Además, el menor impacto quirúrgico contribuye a una cicatrización más rápida, con mejores resultados estéticos y una recuperación funcional más precoz, aspectos especialmente valorados por los pacientes activos que desean retomar sus rutinas lo antes posible.

Esta última es la técnica que el Dr. Miguel Ángel Román Cañada aplica habitualmente, gracias a su experiencia en procedimientos avanzados de pie y tobillo.

Reinserción directa

Cuando no es posible realizar una sutura directa debido a que el cabo distal del tendón se encuentra muy proximo a su inserción en el calcáneo, se recurre a técnicas específicas que permiten fijarlo de nuevo al hueso.

En estos casos, una opción eficaz es el uso de sistemas de anclaje directo como el «SpeedBridge«, que emplea anclajes con suturas cruzadas para lograr una reinserción firme y anatómica sobre el calcáneo. Permite una fijación sólida que facilita la cicatrización del tendón y mejora la recuperación funcional.

Técnicas de reconstrucción

En los casos de re-roturas del tendón de Aquiles o en lesiones antiguas (roturas crónicas), el tratamiento quirúrgico debe adaptarse a una situación mucho más compleja.

A menudo, la calidad del tejido tendinoso está deteriorada y existe una retracción importante de los extremos, lo que imposibilita la realización de una sutura directa convencional. En estos escenarios, se recurre a técnicas de reconstrucción avanzadas que permiten recuperar la continuidad funcional del tendón. Una opción consiste en la realización de plastias utilizando otros tendones del propio paciente, mientras que en otras ocasiones se recurre a transferencias tendinosas.

La técnica de elección para estas transferencias en roturas crónicas es la transferencia del tendón flexor hallucis longus, que puede realizarse mediante abordaje artroscópico. Esta técnica ofrece una excelente integración funcional, ya que el flexor del dedo gordo realiza una acción sinérgica con el tendón de Aquiles, aportando fuerza y resistencia al complejo aquíleo. Además, al aprovechar un tendón cercano anatómicamente y con una función parcialmente redundante, se minimiza el impacto funcional en otras partes del pie.

Aunque no pueden equipararse a una reparación en fase aguda, las técnicas de reconstrucción en roturas crónicas o rerroturas permiten recuperar, en muchos casos, una funcionalidad satisfactoria y una fuerza aceptable en el aparato extensor posterior. Si bien el rendimiento no suele ser exactamente igual al de un tendón reparado de forma inmediata tras la lesión, los resultados funcionales suelen ser positivos, ofreciendo una buena estabilidad, menor riesgo de nuevas roturas y una recuperación progresiva que permite retomar las actividades diarias con confianza.

Rehabilitación

La rehabilitación es un pilar fundamental en la recuperación de esta lesión, tanto si el tratamiento ha sido quirúrgico como conservador. El protocolo debe ser personalizado y progresivo, iniciándose con movilización precoz, ejercicios pasivos, fortalecimiento isométrico y propiocepción.

A medida que progresa la recuperación, se incorporan ejercicios de carga, estiramientos y entrenamiento funcional. El retorno completo a las actividades deportivas de baja demanda se inicia a partir de los 6 meses, en función de la evolución del paciente y su adherencia al tratamiento.

Pronóstico

Con un tratamiento adecuado y una rehabilitación bien dirigida, la mayoría de los pacientes logra recuperar una función prácticamente normal. No obstante, pueden persistir molestias residuales como rigidez, pérdida de fuerza o sensación de debilidad, especialmente si la rotura no se diagnostica y trata a tiempo.

Las re-rroturas, aunque infrecuentes con técnicas modernas, siguen siendo la principal complicación. La elongación tendinosa, cuando se produce, puede comprometer el rendimiento deportivo y alterar la biomecánica del tobillo de forma permanente.

Conclusión

La rotura del tendón de Aquiles es una urgencia ortopédica que requiere un abordaje individualizado por parte de un especialista en cirugía del pie y tobillo. Un diagnóstico precoz y una elección terapéutica adecuada son fundamentales para evitar secuelas a largo plazo y garantizar una recuperación satisfactoria.

El Dr. Miguel Ángel Román Cañada, especialista en cirugía ortopédica y traumatología, ofrece atención personalizada a pacientes con rotura del tendón de Aquiles en Sevilla, recibiendo también a personas de Huelva y del resto de Andalucía.

¿Notas un dolor repentino en la parte posterior del tobillo o has experimentado una sensación similar a un latigazo mientras caminabas o practicabas deporte? Podrías estar ante una rotura del tendón de Aquiles. Cuanto antes se inicie el tratamiento, mejores serán las opciones de recuperar por completo la fuerza y funcionalidad del pie. No retrases la valoración médica: una actuación temprana puede marcar la diferencia en tu recuperación.

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