Una herramienta biológica para lesiones resistentes
El uso de terapias regenerativas se ha consolidado como un tratamiento complementario en lesiones crónicas del tobillo. Gracias a sus propiedades regenerativas, el permite estimular la recuperación natural de tejidos dañados en procesos que, de otro modo, podrían evolucionar lentamente o requerir cirugía. Su aplicación en el tobillo es especialmente relevante en deportistas, personas activas y pacientes con dolor persistente tras un traumatismo o esguinces repetidos.
¿Qué es el PRP y cómo actúa?
El PRP se obtiene a partir de la sangre del propio paciente, que se centrifuga para concentrar las plaquetas. Estas células contienen factores de crecimiento que, al ser infiltrados en una zona lesionada, estimulan la regeneración celular, mejoran la vascularización, reducen la inflamación y aceleran la reparación del tejido dañado.
Indicaciones más frecuentes del PRP en el tobillo
Tendinopatía del tendón de Aquiles (fase no insercional)
En casos de degeneración crónica del tendón de Aquiles, donde persiste el dolor pese al tratamiento convencional, el PRP puede favorecer la regeneración del tejido tendinoso sin necesidad de cirugía. Su aplicación se realiza en el cuerpo del tendón, guiada por ecografía si fuera necesario,, en pacientes que presentan engrosamiento, dolor localizado o nódulos.
Tendinopatía insercional de Aquiles
El PRP también se emplea en tendinopatías insercionales, aunque con resultados más variables. Puede utilizarse en fases intermedias antes de plantear una cirugía, siempre acompañado de fisioterapia y control biomecánico con plantillas si es necesario.
Inestabilidad crónica de tobillo con sinovitis
Algunos pacientes con inestabilidad lateral crónica del tobillo desarrollan sinovitis persistente. El PRP puede ayudar a reducir la inflamación sinovial y aliviar el dolor, especialmente en fases en las que no hay indicación quirúrgica inmediata.
Lesiones osteocondrales del astrágalo
En lesiones del cartílago del astrágalo, especialmente en fases iniciales o tras una cirugía de limpieza, el PRP puede mejorar el entorno biológico articular y contribuir a la recuperación. Su uso está indicado en lesiones pequeñas o como complemento en el postoperatorio para mejorar la cicatrización.
Artrosis leve o moderada del tobillo
Aunque el PRP no revierte la artrosis, puede mejorar significativamente el dolor y la calidad de vida en pacientes con artrosis incipiente. Su aplicación intraarticular favorece un entorno menos inflamatorio, mejora la movilidad y reduce la necesidad de analgésicos. Es una opción válida para pacientes que no quieren o no pueden someterse aún a cirugía.
Procedimiento
El procedimiento se realiza de forma ambulatoria. Tras extraer la sangre del paciente, se centrifuga para obtener el PRP, que se infiltra directamente en la zona afectada, ya sea tendinosa, articular o en la inserción. En algunos casos, la infiltración se guía mediante ecografía para asegurar su correcta localización.
Recuperación y número de sesiones
Tras la infiltración se recomienda reposo relativo durante 24-48 horas y evitar ejercicio de impacto los días posteriores. La mayoría de los tratamientos requieren entre una y tres sesiones, espaciadas entre dos y cuatro semanas. La mejora suele aparecer progresivamente a lo largo de las semanas siguientes.
Ventajas del PRP
– Tratamiento biológico sin riesgo de rechazo (autólogo).
– Mejora la regeneración de tejidos tendinosos, sinoviales y cartilaginosos.
– Puede evitar o retrasar la necesidad de cirugía.
– Compatible con fisioterapia y otros tratamientos conservadores.
Limitaciones
El PRP no está indicado en roturas completas de tendones, inestabilidades mecánicas severas ni en artrosis avanzada. Tampoco es útil si no se acompaña de una correcta planificación del tratamiento completo, incluyendo fisioterapia, modificación de carga y control del calzado.
Conclusión
El PRP es una herramienta muy útil en el tratamiento del tobillo doloroso persistente, especialmente en lesiones tendinosas crónicas, sinovitis o lesiones osteocondrales. Su aplicación debe ser siempre individualizada y guiada por un especialista que valore su indicación dentro de una estrategia de tratamiento más amplia.